lunes, 16 de enero de 2017

RESEÑA DE LA CONFESIÓN DE LA LEONA

Ponemos fin a los encuentros del 2016 con la alegría de haber disfrutado de una lectura muy especial. Al sumergirnos en la Navidad y en el cambio de año con toda su carga de tradiciones  y connotaciones religiosas, culturales y sociales, confrontamos esas costumbres con otras totalmente desconocidas para nosotros. Y eso nos proporciona un aire de frescura y renovación.

 La confesión de la leona es una novela del mozambiqueño Mia Couto, un hombre polifacético, inteligente e interesantísimo nacido a mediados del pasado siglo, que escribe en portugués y tiene una obra abundante que va desde la poesía a la novela pasando por el relato y la crónica periodística. Su nombre lleva varios años sonando para el premio Nobel. Es un hombre cuyas raíces beben del saber de la medicina, el periodismo, la biología, la política…, un hombre que sabe del mundo, de los mundos, porque en su obra pone en contacto la realidad de la sociedad occidental y la realidad profunda y plural del mundo africano, donde conviven diferentes culturas, pueblos, naciones, religiones… Y nos cuenta sus historias con una belleza plástica y unas imágenes poéticas que han supuesto una innovación estilística en lengua portuguesa, razón por la que le han  sido concedidos importantísimos premios, entre ellos el Camões de Literatura.

La novela que nos ha aportado una narración original, misteriosa y grandemente humana es La confesión de la leona. Nos cuenta la historia de una pequeña y remota aldea mozambiqueña que es asediada por un grupo de leones asesinos. Basada en hechos reales, precisamente el escritor estuvo allí acompañando a uno de los cazadores que enviaron para matar a los animales. Él debía escribir lo que viera y lo que vio fue que se le ofrecía una historia poderosa que acabó convirtiéndose en una metáfora, una fábula de cómo el mundo occidental, los tiempos modernos, van devorando el modo de vida y las tradiciones de esa aldea africana.

Haciendo gala de la pluralidad de ideas y la apertura de mente que le caracteriza, Mia Couto nos cuenta la historia desde dos puntos de vista: el cazador y una joven de la aldea cuya hermana es la última víctima de los leones. Además, los personajes secundarios: el escritor, la madre, el padre, el abuelo muerto, el político, la mujer del político, el policía, contribuyen a crear un ambiente cerrado y complejo en el que conviven muchos tiempos en uno: el presente y el pasado se funden en el pensamiento y el modo de vivir de los personajes.

En esta novela nos habla de temas como la vida y la muerte, los sueños y la naturaleza. Son sus temas. Nos da una visión muy sugestiva del realismo mágico africano o realidad mágica como él prefiere llamarla porque allí la modernidad convive con tradiciones y creencias ancestrales, como el animismo, incluso dentro de cada persona.

Mia Couto traza una especie de paralelismo entre la figura del cazador y la del escritor:

La primera literatura fue oral y quienes primero contaron sus aventuras a los demás miembros de la tribu alrededor del fuego debieron ser los cazadores. Por otra parte, el escritor es un cazador de imágenes, de palabras, con las que intenta aprehender la realidad y, sobre todo, el tiempo en sus obras. Pero lo más humano es que se sirve el autor de esta relación,  que es ambigua y osmótica, y de sus armas de gran narrador para denunciar la situación de desigualdad, de desventaja de África respecto al mundo desarrollado. 

Denuncia a través de sus novelas, y de esta en concreto, todo lo que ve de injusto a su alrededor, que es mucho: la pobreza, la miseria, la guerra, la deforestación y demás problemas medioambientales, el hambre, la desnutrición, los problemas sociales y sanitarios, la dificultad de acceso al agua potable, los abusos del poder, la violación de los derechos humanos, especialmente los de las mujeres, que son las víctimas absolutas de una sociedad patriarcal y cruel y que reciben en sus carnes las heridas y los abusos más terribles causados por todas estas lacras. Y lo hace engrandeciendo la figura femenina, dándole el protagonismo que en la realidad se le hurta.

En definitiva, denuncia lo que todo el mundo sabe pero todo el mundo calla y lo que, a fuerza de repetirse en los medios de comunicación, se desvitaliza y deja de mover las conciencias.

África es un continente olvidado, castigado y expoliado y la narración de Mia Couto es una certera acusación para que el mundo reflexione sobre estas injusticias y pueda empezar a darles solución. Sin sentimentalismos, sin tópicos, fundiendo la cultura y lengua portuguesas y las autóctonas y con un estilo poético que nos acerca por igual a lo real y a lo irreal y dota de una gran fuerza a la ficción. Y que nos pasa el testigo, la cuerda del tiempo, igual que al cazador se la pasó la confesión de la leona.

Carmen Truchado Pascual