jueves, 4 de enero de 2018


RESEÑA DE NOCTURNOS DE KAZUO ISHIGURO

 Fragmentos, puntos de inflexión en las vidas de unas cuantas personas cuyo nexo de unión es la música: el arte de la interpretación y de la creación musical.

Esto es lo que nos ofrece en su libro de relatos titulado Nocturnos: cinco historias de música y crepúsculo Kazuo Ishiguro, galardonado en este año 2017 con el Premio Nobel de Literatura.

 Kazuo Ishiguro, japonés nacido en 1954, nacionalizado en Inglaterra, y estudioso de piano en su infancia (carrera que abandonó a los 12 años, aunque creemos que no así la vocación) empieza a publicar sus obras en la década de los ochenta. En sus novelas muestra unos personajes angustiados y volcados al recuerdo, con un escaso argumento al estilo oriental y una especial manera de utilizar, de intentar renovar, el idioma inglés que, lógica y tristemente,  no podemos apreciar en la traducción.

 Desde el principio de su andadura literaria conoció el éxito, recabando importantes premios, pero también la displicencia de la crítica, que mostraba rechazo por su tratamiento del lenguaje y de los géneros literarios, justamente razones de peso a la hora de serle concedido el Nobel.

 Nocturnos es un libro de relatos publicado en el año 2009 y es la obra que nosotros hemos leído. Con disparidad de aceptación, lo que ejemplifica la riqueza del diálogo.

Esta obra formada por cinco relatos largos está compuesta intencionadamente como un concierto o como variaciones musicales en torno a unos temas-tópicos literarios y humanos; así, el contraste entre las ilusiones o expectativas de éxito en la juventud, con los desengaños del tiempo y de la vida; y las relaciones con el otro, vistas siempre como decepcionantes, lo cual se manifiesta en personajes humanamente desarraigados.

 El ritmo es lento. Los ambientes anticuados, melancólicos, decadentes, perfectos para lograr la sensación de fracaso, de frustración.

Algunos personajes y lugares aparecen en dos relatos lo que da sensación de credibilidad y de unidad: todas las historias aportan algo necesario al conjunto global, que está meticulosamente bien diseñado por Ishiguro.

Los finales son abiertos, o mejor dicho, ambiguos, como la vida misma, y nos dejan un sabor agridulce o incluso un tanto amargo a veces, con unas ganas ingenuas de encontrar ese final feliz que sabemos que la vida escatima frecuentemente.

Carmen Truchado Pascual