martes, 3 de julio de 2018

EL INVIERNO EN LISBOA


A. MUÑOZ MOLINA: EL INVIERNO EN LISBOA

Un argumento perdido entre las nieblas del pasado, el uso de la técnica del flashback para enjambrar el relato de dos narradores: el protagonista de la acción  -escasa, concentrada y lenta pero precipitada de forma torrencial en unos pocos momentos- y el amigo a quien el protagonista cuenta la historia en varios encuentros ocasionales.
 
Una historia que se presenta con el formato de novela negra, inspirada en los clásicos del cine negro americano, como Casablanca o Gilda, a los que quiere homenajear.

Un relato que pinta paisajes neblinosos en espacios que no lo son; la presunta oscuridad de San Sebastián, Madrid o Lisboa, no es sino la oscuridad de los locales donde el jazz se desenvolvía en los años ochenta del pasado siglo –música, humo y alcohol- o la oscuridad del alma de los personajes de la novela, que quedan poco dibujados, más bien esbozados, para poder ocultar mejor así su verdadera personalidad.

El invierno en Lisboa, la segunda novela de Muñoz Molina, galardonada con el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa, cuenta la historia de Santiago Biralbo, un músico de jazz que se enamora de Lucrecia, la típica mujer fatal de las novelas negras y que se ve envuelto en el robo de un cuadro de Cézanne. Tiene que huir  perseguido por el marido de Lucrecia y sus socios –traficantes y asesinos-, está a punto de ser asesinado, tiene que cambiar de identidad; todo porque Lucrecia le ha engañado y utilizado para salvar el plano que la lleva hasta el cuadro del que todos piensan que está en poder de Biralbo.

Si ella está enamorada o no del pianista, es algo que no queda claro en la novela, pero incluso aunque así fuera, esa relación está condenada al fracaso, y a medida que Biralbo va huyendo de una ciudad a otra, el amor que él siente se va escapando también y va dejando en la novela un rastro continuo de nostalgia.

Una historia de amor, misterio y música, de pasión y amistad, de violencia, de soledad, de esa soledad inherente al ser humano que es la que inunda toda la novela, en la cual se hallan sumergidos los personajes y que es lo único que queda al final como el cumplimiento de un destino presentido e inevitable. 


Mª Carmen Truchado