miércoles, 10 de octubre de 2018

RESEÑA EL VIEJO Y EL MAR

HEMINGWAY: EL VIEJO Y EL MAR
Ciento cuatro años es la edad a la que murió en 2002 el lanzaroteño Gregorio Fuentes, conocido como el hombre de los tres siglos; el pescador que inspiró a Ernest Hemingway El viejo y el mar. A su espalda, toda una vida de excesos y aventuras: bebedor y fumador empedernido, juerguista, mujeriego, viajero impenitente, pescador, cazador, periodista, espía, escritor… Y Premio Nobel de Literatura.
Nacidos con un año de diferencia, los dos hombres se conocieron en una difícil situación en la que el joven pescador rescató el barco en que Hemingway se enfrentaba con grave peligro a una tormenta tropical. Desde entonces los unió una amistad imperecedera; Hemingway le nombró capitán de su nuevo barco, el Pilar, que actualmente se puede visitar en el museo de Finca Vigía, donde el escritor vivió en aquellos años.
Pero el viejo nunca pudo leer la novela de la que era protagonista porque nunca supo leer, aunque sí fue decisivo a la hora de escoger el título.
Poco nos dice el novelista sobre Santiago, nombre del pescador en la ficción: “Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos”.
En esta novela, escrita en 1951 y publicada en 1952, Hemingway habla de la durísima vida de un viejo pescador cuya vida ha sido siempre el mar; un pescador de raza, de los que hacen de su vida un ejemplo de heroicidad, al modo de los héroes épicos.
Aunque el autor siempre negó que hubiera por su parte intención de usar símbolos, lo cierto es que las grandes obras trascienden la pura anécdota y nos dejan entrever mucho más. En este caso nos habla de la soledad, especialmente en la vejez; la amistad y la lealtad, representadas por el muchacho; la nobleza de la lucha por la supervivencia, tratando a sus enemigos como iguales; la lucha contra la adversidad, la lucha interior contra uno mismo y sus debilidades, la aceptación del fracaso y de la muerte…
 El viejo pescador se enfrenta a la mala suerte que lo acosa, a la soledad, a los tiburones que le quieren arrebatar su presa, al sueño, al calor y al frío, al cansancio, al dolor, para conseguir llevar a puerto una presa que es su meta, su modo de subsistencia y la justificación de su lucha y de su sufrimiento. Pero lo hace con amor; él ama todo lo que le rodea, ama el cielo y el mar, las aves, los peces, ama al pez que ha capturado y sufre cuando los tiburones lo destrozan. Y es ese amor el que hace que su lucha y su fracaso no sean estériles.
La lucha del viejo pescador es la lucha de todos los seres humanos, especialmente los menos favorecidos. Y es tan grande, tan abrumadora muchas veces, que acrecienta la valía de la persona. Dicho esto con una frase,  creo que de D. Gregorio Marañón: “Amar y sufrir es, a la larga, la única forma de vivir con plenitud y dignidad”.
Carmen Truchado

RESEÑA DE LA NIÑA DE NIEVE


 LA NIÑA DE NIEVE

¿Un cuento con cuerpo de novela o una novela con alma de cuento? La niña de nieve es la obra con la que Eowin Ivey, periodista canadiense de cuarenta y cinco años, ha debutado en el mundo literario y logrado el premio Pulitzer de ficción en 2013.
Una novela de lectura agradable cuyos protagonistas son un matrimonio de colonos que, a principios del siglo XX, llegan a Canadá, a un mundo agreste y hostil, en busca de una nueva vida para intentar huir del dolor que les provocó la muerte de su bebé en el momento del parto y la imposibilidad de volver a tener hijos. Por ese dolor y el abismo que ha crecido entre ellos, sus almas se han convertido en un lugar tan frío, duro y árido como esa tierra.
Descripciones maravillosas, aunque quizá demasiado abundantes, del paisaje que constituye un personaje más y al tiempo un marco perfecto para la soledad de los personajes, quienes encuentran un motivo, una ilusión para seguir viviendo, en una muchacha que parece surgir, como en un antiguo cuento de hadas, de un muñeco de nieve.
La autora juega con el lector, arrastrándolo, igual que a los personajes de la novela, desde la fe a la incredulidad, desde la fantasía al dominio de la razón, creando una parábola para expresar que la esperanza y la fuerza de los deseos pueden lograr que estos se conviertan en realidad, pero quedando muy claro que todo lo que se consiga ha de empezar primero con un cambio interior. Ellos consiguen salvarse gracias a la niña de nieve, gracias al amor, a la amistad y a la solidaridad que cultivan en sus corazones y con los cuales son capaces de llenar el vacío que los ahogaba; aunque siempre haya que pagar un precio por la felicidad.

Carmen Truchado