Para el mes de diciembre nos hemos propuesto leer dos libros. Uno es muy cortito, un cuento de José Saramago" El cuento de la isla desconocida".
El otro es de José Luis Sampedro "Escribir es vivir".
jueves, 27 de noviembre de 2014
RESEÑA DE LA LLUVIA AMARILLA
RESEÑA DE LA LLUVIA
AMARILLA DE JULIO LLAMAZARES
A veces escogemos los temas y
otras veces parece que los temas nos escogen.
De Cien años de soledad
pasamos a otra soledad más cercana en el espacio y el tiempo; la de La lluvia amarilla, del leonés Julio Llamazares.
Esta novela, publicada en 1988 y
aun así actual, es el monólogo del último habitante de Ainielle, un pueblo abandonado
del Pirineo de Huesca del que aún quedan vestigios. El protagonista nos cuenta,
desde su última noche de vida y con la técnica del flash-back, lo que ocurrió
en el pasado.
Llamazares construye una gran
metáfora o red de metáforas en torno a las hojas del otoño, esa lluvia amarilla
que simboliza la muerte, la pérdida de la memoria, de la identidad; el tiempo
como elemento destructor y la impotencia y la angustia que provoca en el hombre
no poder detenerlo.
Andrés de Casa Sosas sufre la
soledad y el abandono de todos los habitantes del pueblo y de su propia familia.
Él es el último depositario de la memoria individual y colectiva. Expresa la fidelidad a las costumbres propias y el
duelo por un mundo rural que termina. Su muerte representa también la muerte de
una manera de vivir a la cual él se aferra incluso pagando el altísimo precio
de la soledad, la enfermedad, la tristeza o la locura.
Llamazares emplea un lenguaje muy
cuidado, profundamente poético y expresivo, lleno de musicalidad y de figuras
estilísticas, incluso rimado a veces, que
da carácter y originalidad a su voz. Hasta la disposición tipográfica de los
capítulos y los párrafos está deliberadamente estudiada para producir un efecto
visual de connotaciones poéticas. Él mismo reconoce que en sus novelas hay
mucha poesía y que en su poesía había bastante narración.
En las descripciones de un
paisaje que plasma los mismos estados anímicos de los personajes, que es
memoria y forma parte del individuo, vemos el gran respeto y amor que siente
Llamazares hacia la naturaleza. El paisaje no es un mero decorado, sino un
elemento vivo que sirve para reconstruir los recuerdos y vivencias del pasado.
La novela empieza y acaba en el
mismo punto y con las mismas palabras, cerrándose en un círculo asfixiante y
angustioso sin escapatoria. Nos deja
meditando sobre la fragilidad de nuestra vida consciente. Todo lo que fue parte
de nuestra vida y de la vida de cuantos conocimos y amamos desaparecerá con
nuestra muerte de forma irremediable y sólo contando, transmitiendo nuestros
recuerdos, estos podrán pervivir.
La lluvia amarilla es una fiel representación de la vida rural
española de posguerra, pero también es
una alegoría de la vida y la naturaleza con el color amarillo del otoño como
símbolo de la destrucción y el olvido.
Carmen Truchado
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