La novela que nos ha aportado una narración original,
misteriosa y grandemente humana es La
confesión de la leona. Nos cuenta la historia de una pequeña y remota aldea
mozambiqueña que es asediada por un grupo de leones asesinos. Basada en hechos
reales, precisamente el escritor estuvo allí acompañando a uno de los cazadores
que enviaron para matar a los animales. Él debía escribir lo que viera y lo que
vio fue que se le ofrecía una historia poderosa que acabó convirtiéndose en una
metáfora, una fábula de cómo el mundo occidental, los tiempos modernos, van
devorando el modo de vida y las tradiciones de esa aldea africana.
Haciendo gala de la pluralidad de ideas y la apertura de mente
que le caracteriza, Mia Couto nos cuenta la historia desde dos puntos de vista:
el cazador y una joven de la aldea cuya hermana es la última víctima de los
leones. Además, los personajes secundarios: el escritor, la madre, el padre, el
abuelo muerto, el político, la mujer del político, el policía, contribuyen a
crear un ambiente cerrado y complejo en el que conviven muchos tiempos en uno:
el presente y el pasado se funden en el pensamiento y el modo de vivir de los
personajes.
En esta novela nos habla de temas como la vida y la muerte,
los sueños y la naturaleza. Son sus temas. Nos da una visión muy sugestiva del
realismo mágico africano o realidad mágica como él prefiere llamarla porque
allí la modernidad convive con tradiciones y creencias ancestrales, como el
animismo, incluso dentro de cada persona.
Mia Couto traza una especie de paralelismo entre la figura
del cazador y la del escritor:
La primera literatura fue oral y quienes primero contaron
sus aventuras a los demás miembros de la tribu alrededor del fuego debieron ser
los cazadores. Por otra parte, el escritor es un cazador de imágenes, de
palabras, con las que intenta aprehender la realidad y, sobre todo, el tiempo
en sus obras. Pero lo más humano es que se sirve el autor de esta relación, que es ambigua y osmótica, y de sus armas de gran
narrador para denunciar la situación de desigualdad, de desventaja de África
respecto al mundo desarrollado.
Denuncia a través de sus novelas, y de esta en concreto, todo
lo que ve de injusto a su alrededor, que es mucho: la pobreza, la miseria, la
guerra, la deforestación y demás problemas medioambientales, el hambre, la
desnutrición, los problemas sociales y sanitarios, la dificultad de acceso al
agua potable, los abusos del poder, la violación de los derechos humanos, especialmente
los de las mujeres, que son las víctimas absolutas de una sociedad patriarcal y
cruel y que reciben en sus carnes las heridas y los abusos más terribles
causados por todas estas lacras. Y lo hace engrandeciendo la figura femenina,
dándole el protagonismo que en la realidad se le hurta.
En definitiva, denuncia lo que todo el mundo sabe pero todo
el mundo calla y lo que, a fuerza de repetirse en los medios de comunicación,
se desvitaliza y deja de mover las conciencias.
África es un continente olvidado, castigado y expoliado y la
narración de Mia Couto es una certera acusación para que el mundo reflexione
sobre estas injusticias y pueda empezar a darles solución. Sin sentimentalismos,
sin tópicos, fundiendo la cultura y lengua portuguesas y las autóctonas y con
un estilo poético que nos acerca por igual a lo real y a lo irreal y dota de
una gran fuerza a la ficción. Y que nos pasa el testigo, la cuerda del tiempo,
igual que al cazador se la pasó la confesión de la leona.
Carmen Truchado Pascual